Las TIC, incorporadas a múltiples facetas de la vida cotidiana de las personas en las sociedades modernas, cambian hábitos, sintetizan procesos y permiten ganar tiempo y atender nuevos requerimientos, al mismo tiempo que dejan obsoletos procedimientos y rutinas consolidados en el pasado. En el universo de la formación, las TIC sitúan el aprendizaje como un proceso continuo, en el que docentes y estudiantes cambian sus roles tradicionales y adquieren perfiles diferentes.
En este sentido, el formador actuaría como programador, transmisor, mediador y motivador. Un saber integrado en un contexto globalizado requiere de unos centros donde los itinerarios formativos no sean ajenos a la influencia de los medios y soportes de comunicación de masas: prensa, revistas, cine, medios audiovisuales, video-juegos, música, etc.
Las TIC proyectan elementos de eficacia en la educación, facilitan los procesos de aprendizaje y autoaprendizaje; también pueden ahorrar energías al profesorado en el acto de desglose y repetición de contenidos curriculares, gracias a su valor interactivo. Constituyen, además, una fase formativa dentro del campo de la alfabetización informática y cibernética.
Internet abre múltiples posibilidades en el desarrollo personal, laboral, familiar, lúdico y en el campo de la innovación de la enseñanza, y es preciso acceder y explotar sus posibilidades didácticas. Los cambios sociales, acelerados por los cambios tecnológicos, incentivan el desarrollo de sistemas de enseñanza permanente que respondan a las exigencias cambiantes del sistema productivo, la formación integral y continuada de las personas, y a los desafíos de la nueva sociedad.
Fuente: Sociología de la educación
Capítulo 11. Globalización y cambio educativo. Apartado 5
Autores: José Beltrán Llavador y Francesc J. Hernández.