Uno de los errores conceptuales que se tienen en general dentro del campo de la Educación Física es que no se tienen claros los términos “actividad física, ejercicio físico y deporte”.
Entendemos actividad física por “cualquier movimiento corporal intencionado que se realiza con los músculos esqueléticos, resulta en un gasto de energía y en una experiencia personal, y nos permite interactuar con los seres y el ambiente que nos rodea” (Devís, 2002). Es decir, la actividad física es cualquier movimiento del cuerpo en cualquier tarea que practique un individuo. Por ejemplo, cualquier persona que sube las escaleras de casa, un trabajador de una panadería o una persona mayor que se dedica a cuidar de su jardín.
Por otro lado, el ejercicio físico es, pues, toda aquella “actividad física más estructurada, planificada y repetitiva, cuyo objetivo es mejorar o mantener la forma física” (Devís, 2002). Por ejemplo, una persona que sale a correr, que va a nadar o que se junta con unos amigos para bailar.
Por último, el deporte, que podría ser el término más claro hay que matizarlo, ya que se trata de una “actividad física competitiva, reglamentada e institucionalizada” (Devís, 2002). En este caso nos encontramos con cualquier práctica deportiva, siempre y cuando tenga caracter competitivo y bajo unas reglas determinadas.